SÍNDROME DEL COMEDOR NOCTURNO

COMEDOR NOCTURNO

La alimentación y el descanso son fundamentales porque contribuyen al bienestar y la calidad de vida de las personas. Sin embargo, existen trastornos que pueden alterar el momento en el que ingerimos alimentos y, consecuentemente, provocar una dificultad para conciliar el sueño.

Éste es el caso del síndrome de alimentación nocturna, un desorden alimentario, que repercute en la capacidad para dormirse y las horas de sueño, así como en el estado de ánimo de quien lo padece.

Específicamente, ¿qué es el síndrome de alimentación nocturna?

Las primeras referencias al síndrome de alimentación nocturna datan de 1955, siendo el psiquiatra Albert Stunkard el primero en describirlo. En la actualidad, se considera un trastorno alimentario. Se encuentra a medio camino entre los problemas alimenticios y los trastornos del sueño. Afecta por igual a ambos sexos, todas las edades y poblaciones con diversidad genética, sin diferencias.

De esta manera, las personas con síndrome de ingesta nocturna se caracterizan por:

  • Tener predilección para alimentarse mayoritariamente al anochecer o durante la noche.
  • Tener a menudo poco o nada de hambre por las mañanas.
  • Presentar problemas para dormir, y un mal descanso nocturno.
  • Padecer cambios en el estado de ánimo, el cual suele ser en forma de humor depresivo o irritable.

Pero ¿por qué se considera un trastorno? primero, por la sintomatología acompañante: insomnio, ansiedad-depresión; también porque puede derivar en atracones; y finalmente, por las consecuencias en la salud que se pueden derivar.

El síndrome de alimentación nocturna es, por tanto, un tipo de trastorno o desorden alimentario. Consiste en la ingesta de alimentos durante la noche de forma consciente aunado con problemas para dormir y alteraciones en el estado de ánimo. Se estima que aproximadamente el 1,5% de la población tiene síndrome de alimentación nocturna y que 1 de cada 10 personas afectadas sufre, además, obesidad.

Signos habituales del síndrome de alimentación nocturna:

El síntoma principal del síndrome de alimentación nocturna es comer durante la noche. Para ser considerado como tal, esta ingesta o alimentación nocturna se ha de producir al menos 2 veces a la semana y mantenerse en el tiempo durante 3 meses.

Además, se deben presentar al menos 3 de los siguientes síntomas:

  1. La ingesta de alimentos se ha de producir después de la cena. Este hecho recibe el nombre de hiperfagia nocturna. La cantidad puede llegar a ser considerable y en algunas personas puede llegar a representar el 25% de la comida consumida a lo largo del día. La hiperfagia nocturna puede ocurrir después de la cena y antes de quedarse dormido, o bien al despertarse durante la noche.
  2. Percepción de que esta ingesta es imprescindible y necesaria para poder conciliar el sueño.
  3. Problemas para lograr un sueño reparador y de calidad.
  4. Interrumpir el sueño nocturno para saciar las ganas de comer.
  5. Escaso o falta de apetito durante las primeras horas del día (anorexia matutina). Es posible incluso que estas personas no desayunen debido a la saciedad.
  6. Impacto emocional como sensación de culpa, arrepentimiento o vergüenza por la situación. Las personas con síndrome de alimentación nocturna son conscientes y recuerdan esta ingesta nocturna.

Otros síntomas relacionados con este síndrome son la depresión o la baja autoestima.

Es importante diferenciar entre el síndrome de alimentación nocturna y el “trastorno alimentario relacionado con el sueño”. En este último caso, las personas realizan la ingesta sin ser conscientes de que lo están haciendo, por lo que al despertarse no recuerdan haber comido. Mientras que las personas con síndrome de alimentación nocturna son totalmente conscientes y lo recuerdan posteriormente.

Entonces, característicamente, la persona siente con frecuencia un mayor deseo de comer por la tarde-noche, pasada la hora de cenar, o durante la noche. No necesariamente comer de más; la sobreingesta puede estar presente o no. Puede tratarse simplemente de tomar un bocado, a menudo con preferencia por un determinado alimento.

Asimismo, el horario de las comidas está influenciado por otros factores, entre ellos el clima. En los países nórdicos se cena y la gente se retira más temprano que en los mediterráneos, por ejemplo. No es tanto un tema de horario como de balance de ingesta.

También puede que esta necesidad de comida aparezca una vez ya encamados, o que la persona se despierte en medio de la noche y se levante a comer; ya que suele juntarse con problemas para conciliar o mantener sueño.

Al comer se calma la ansiedad y es más fácil dormirse, y a veces ya se mantiene el sueño sin interrupción. Pero el descanso suele ser de mala calidad, dejando un remanente de cansancio y somnolencia durante el día. Puede haber otras alteraciones del dormir, como piernas inquietas o sonambulismo. Pero, a diferencia de lo que ocurre en estos fenómenos, la persona que tiene hiperfagia nocturna se mantiene consciente de lo que hace, lo que puede acarrear sentimientos de culpa o vergüenza y derivar en depresión.

El peso puede aumentarse o mantenerse normal, dependiendo de las cantidades ingeridas y de la frecuencia de episodios.

¿Por qué se produce el síndrome de alimentación nocturna?

Hoy en día se desconoce con exactitud qué ocasiona este síndrome. Sin embargo, existen varias teorías al respecto que podrían explicarlo:

  • Alteraciones del ritmo circadiano. El ritmo circadiano es el proceso biológico que regula los cambios a nivel físico y mental que se producen en el organismo durante 24 horas. Según el ritmo circadiano habitual, las personas experimentan la necesidad de alimentarse tanto durante las primeras horas de la mañana como de la tarde. Coinciden por tanto con las primeras horas de la vigilia. En cambio, en las personas con síndrome de alimentación nocturna, el patrón de alimentarse se retrasa y no coincide con las primeras horas de la vigilia, sino más tarde.
  • Desequilibrios hormonales que influyen en esa necesidad de alimentación nocturna.
  • Seguimiento de dietas. Algunas veces relacionan este síndrome con personas que llevan a cabo dietas en su alimentación. En estos casos es posible que se lleve a cabo una ingesta de alimentos insuficiente. Además, puede ser una consecuencia del impacto psicológico que provocan las dietas restrictivas y el deseo que despiertan por la ingestión de ciertos alimentos “prohibidos”. La mente manda mensajes contradictorios porque se han autoimpuesto que no deben comer ciertos alimentos. Como consecuencia, estas personas pueden experimentar hambre durante la noche hasta el punto de convertirse en un hábito.
  • Personas que permanecen despiertas durante la noche, alterando, también, su patrón del sueño.
  • Otras causas como el estrés o incluso factores genéticos y alteraciones del estado de ánimo.

 Pero ¿cómo tratar esta ingesta nocturna?

  • Terapia psicológica, en concreto terapia cognitiva conductual.
  • Antidepresivos.
  • Fomentar en los pacientes recursos que favorezcan el autocontrol y la capacidad para dormirse.
  • En caso de que este síndrome sea causa de alteraciones hormonales, es posible recurrir a tratamientos que ayuden a regular adecuadamente estos niveles.

En cualquier caso, el tratamiento es piramidal y se debe tratar desde la base, empezando por la terapia psicológica para mejorar la relación con la comida. Además, es importante destacar que el tratamiento requiere paciencia y colaboración por parte del paciente.

Importante y para concluir, cabe mencionar que el síndrome de alimentación nocturna es un tipo de trastorno o desorden alimentario que afecta al descanso y al estado de ánimo. Se caracteriza principalmente por la ingesta después de la cena, llegando incluso a representar el 25% de los alimentos consumidos a lo largo del día. A su vez, se presentan otros síntomas como alteraciones en el descanso y sensaciones relacionadas con la culpa o la vergüenza. Se desconocen las causas reales de este síndrome, aunque parece estar relacionado con alteraciones del ritmo circadiano o alteraciones hormonales, principalmente.

Psic. Alicia D de P

Doctora Descanso ®

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