RECOMENDACIONES DE LA DOCTORA DESCANSO ®
En la actualidad, casi todo cuanto nos rodea (trabajo, familia, circunstancias personales) genera grandes dosis de tensión, que producen en el individuo un estado de inquietud y malestar, que en muchos casos desencadena graves dolencias físicas.
Cuando las demandas ambientales superan la capacidad adaptativa de un organismo se origina lo que llamamos estrés, que es el proceso de activación fisiológica que se pone en marcha como resultado de la valoración de una demanda externa y nuestros propios recursos para afrontarla. Si la persona percibe que la demanda es superior a sus recursos para hacerle frente, surgirá el estrés para tratar de solventar la demanda.
Así el estrés finaliza cuando la demanda externa acaba, volviendo a nuestro estado habitual o sea reduciéndose la activación fisiológica, y dependiendo de los mecanismos que ponga en marcha, se adaptará o no.
Ahora bien, cuando el estrés actúa mucho tiempo sobre el individuo y se cronifica puede dar lugar a alteraciones patológicas, incluso puede llegar a producir una enfermedad. Si ésta ya existía, puede alterar su evolución o retrasar su curación.
El estrés cuando se vuelve crónico, tiene la capacidad de acortar la vida de nuestras células y hacer que envejezcamos más rápidamente. A la vez, puede provocar cambios químicos en el cuerpo. Activa la secreción de hormonas (catecolaminas y adrenalina), el corazón late más rápido, la presión sube, etc. Si la situación persiste, puede ser nociva para la salud, como el exceso de ácido estomacal que deriva en una úlcera, contraer arterias dañadas dando lugar a un infarto, provocar una pérdida o aumento de apetito que dé lugar a un aumento o disminución de peso en la persona. Además, las consecuencias del estrés no afectan sólo al individuo que lo padece, sino que también alcanzan a las personas que le rodean, familia, compañeros de trabajo, amigos, y a los ámbitos en que se desenvuelve.
Aunque las hormonas del estrés son perjudiciales para el cerebro (pues los niveles elevados de cortisol pueden causar daños en el hipocampo, que desempeña un papel decisivo en la memoria, sobre todo la que afecta al recuerdo de actividades recientes) en condiciones apropiadas (situaciones de emergencia), los cambios provocados por el estrés son convenientes, pues nos preparan de manera adecuada para responder oportunamente y poner nuestra vida a salvo.
También, a pesar de que el estrés es algo negativo cuando altera la salud, hay personas que experimentan consecuencias positivas después de padecer una enfermedad provocada por situaciones de estrés, como por ejemplo:
- Madurez personal, al llegar a ser una experiencia enriquecedora
- Replantearse el sentido de la vida y dar importancia a las cosas que antes no se valoraban suficientemente y reconsiderar la vida familiar, laboral y social
- Aumento del sentimiento de autoestima: valoración optimista de la capacidad personal.
El tratamiento del estrés puede enfocarse desde dos desde dos puntos de vista, el psicológico y el médico.
Sin embargo, el primer paso para reducir el estrés es aprender a reconocerlo. El segundo paso es escoger una forma para enfrentarnos a él. Una podría ser evitar la causa, pero esto suele ser imposible. Por tanto, la forma más adecuada y que mejor resultado da es cambiar nuestra actitud y nuestra forma de reaccionar frente al mismo.
Igualmente, la mejor terapia para el estrés es la prevención, por lo que se debe:
- Tener siempre a disposición una válvula de escape (ejercicio, pasatiempos).
- Sustituir pensamientos negativos y exagerados por otros más positivos y menos excesivos
- Reservar tiempo para el descanso físico y para realizar algún tipo de actividad fuera del trabajo y de la rutina diaria
- Dar y recibir abrazos diariamente: el aumento de la frecuencia de abrazos es un medio eficaz para reducir los efectos nocivos del estrés. Los abrazos ayudan a disminuir los efectos del estrés y los síntomas de enfermedades leves. Las personas que más abrazos reciben tienen un menor riesgo de infección y menos síntomas de enfermedades leves.
- Tener amigos con los que compartir lo bueno y lo malo
- Conocer y aplicar las técnicas de relajación, meditación, yoga, budismo zen
- Delegar responsabilidades
- Dormir las horas necesarias: al menos 7-8 diarias
- Llevar una dieta equilibrada en la que se pueda comer de todo, aunque evitando algunos alimentos que pueden potenciar la respuesta del estrés, como la cafeína y el alcohol, algunos quesos, fiambres, yogures, etc.
- Realizar algún tipo de ejercicio físico con regularidad, pues mejora el bienestar personal tanto físico como psíquico y tiene un efecto neutralizante del estrés. No debe practicarse con carácter competitivo, porque esto supondría añadir un motivo más a la situación de estrés.
- Evitar el uso de tranquilizantes o el consumo de alcohol, cigarro, etc, para hacer frente a las situaciones de estrés.
También, puede que el médico llegue a recetar fármacos, con los que se intenta que desaparezcan los síntomas físicos y psicológicos producidos por el estrés. Los medicamentos más utilizados en el tratamiento del estrés son ansiolíticos, que suprimen la ansiedad, y antidepresivos, en caso de que exista depresión, ya que es frecuente que los cuadros de estrés causados por factores negativos vengan acompañados de un proceso depresivo, que deberá ser atendido simultáneamente por un médico.
Para finalizar, recuerdo que pueden seguirme como Doctora Descanso ® a cualquiera de mis redes sociales o ingresando a mi blog http://doctoradescanso.com/
Psic. Alicia D de P
Dra. Descanso ®
Referencias:
https://www.mheducation.es/bcv/guide/capitulo/8448176391.pdf