A finales de octubre y principios de noviembre la muerte cobra un sentido especial en nuestra sociedad. No obstante, a los humanos nos cuesta hablar sobre la muerte, quizás por temor, angustia, o porque este proceso que en realidad es parte de la existencia humana, significa un fin.
La muerte en la cotidianeidad, se asocia al sufrimiento, al dolor, pero no a un proceso natural de la vida. Antes nos cuidábamos en comunidad, en familia. La enfermedad y la muerte acontecían en casa. Con la ayuda del médico que asistía en casa, nos ocupábamos nosotros mismos. Nacíamos y moríamos en casa, los familiares eran los encargados directos de ese cuidado. Y al fallecer se vestía al difunto, se le velaba junto a toda la familia (incluidos los niños) y su comunidad y la muerte no era vivida con tanto desgarro, miedo, lucha, negación. Por otro lado, el luto socialmente establecido estaba mucho más activo que ahora. Estábamos más conectados con la naturaleza y los ciclos de la vida y eso ayudaba a vivir la muerte como parte de la vida.
La medicalización, los avances y la creación de hospitales mejoraron nuestra calidad y esperanza de vida, por un lado, pero sacaron de nuestro entorno la enfermedad, las curas y la muerte. Y si a eso le sumamos la moda antienvejecimiento todo nos lleva a hacer desaparecer a la muerte, a desafiar el paso del tiempo, a tener la fantasía de poderla erradicar y, por tanto, a vivir la muerte como un fracaso que hay que evitar. Se cosifica mucho al paciente y no se le trata a él en su totalidad, se trata al cáncer, al tumor, a la enfermedad.
Por suerte, gracias a la aparición de la medicina paliativa se ha recuperado la aceptación, el cuidado centrado en la persona y se pone mirada en todas las dimensiones de la persona: física, emocional, social y espiritual.
Por cultura se nos ha enseñado a ganar, a conseguir a superarnos, pero a perder, soltar, desprendernos y despedirnos no hemos aprendido y nos genera mucha lucha y eso nos lleva al sufrimiento. La buena noticia es que este sufrimiento si cambiamos la mirada sobre la muerte y el morir, es evitable.
De esta forma, hablar de la muerte es naturalizarla y perderle forzosamente el miedo, y además también es una de las cuestiones que tenemos pendientes.
Pero ¿para qué hablar de la muerte? es una pregunta que no deberíamos evadir. Debiéramos ponerla en el centro, porque desde ahí, uno termina hablando también de lo que nos falta por hacer, del perdón, y de la vida, justamente.
¿Por qué tratamos la muerte como un tema tabú?
- Para no influir a los demás con nuestros pensamientos, por cariño y por protegerlos. Sabemos que está ahí, que va a pasar pero no queremos poner tristes a los demás.
- Porque a día de hoy, la muerte tiene una connotación de mucha angustia y de mucho miedo.
- Por el miedo que tenemos a la falta de control. En la sociedad actual estamos entrenados para intentar controlar todo a nuestro alrededor y la muerte es la antítesis de todo esto, por eso preferimos ignorarla y hacer que no está ahí.
- Estamos programados para evitar el dolor, el sufrimiento, y eso nos lleva a querer sortearlo, negarlo.
Pero ¿alguna vez te has sentado a compartir con personas cercanas, las infinitas preguntas que pueden surgir sobre el fallecimiento ya sea de otros o por qué no…el tuyo? Así, el primer paso para desprenderse de la connotación negativa que le damos a este proceso, es hablarlo. Evidentemente a priori nadie quiere tener sentimientos negativos, pero el dolor, el miedo, y otros sentimientos considerados negativos son necesarios para nuestra vida y nuestra evolución. Y en muchas ocasiones esas crisis vitales nos hacen crecer internamente.
9 razones por las que deberíamos hablar de la muerte:
- Es imposible vivir plenamente sin pensar en la muerte.
- Encontrar explicaciones a lo que pasará después de la muerte.
- Curiosidad.
- Por duelos de hijos, padres o hermanos.
- Porque no hay espacios para hablarlo.
- Para mitigar el miedo.
- Para tratar mejor a pacientes en el hospital.
- Por estar en una condición de salud cercana a la muerte.
- Por la preocupación de la vejez y la muerte digna.
- O simplemente porque el tema es fascinante.
Todos tenemos que pasar por ese trance antes o después, y saber decir “adiós” a este mundo… ligeros de equipaje, no es tarea fácil. En ese sentido, perdonar, pedir perdón, dar las gracias, decir ´te quiero´ y decir ´adiós´ son tareas básicas en la vida que, ante la proximidad de la muerte, toman una especial relevancia.
Al respecto, enlisto estas cinco tareas ante la muerte:
- Perdonar: Rencor, enfados e ira generan conflicto interior y angustia que tras la conciliación ayudan a liberarnos de una pesada carga emocional.
- Pedir perdón: El hecho de pedir perdón supone también reconocer que se ha errado y una forma de pacificar esa parte o partes de la vida.
- Agradecimiento y reconocimiento: De aquello que hemos vivido, porque dentro del dolor del duelo la familia conservará experiencias y recuerdos compartidos que dejarán un poso positivo.
- Expresión de los afectos: Es importante decir con claridad y con palabras a quienes amamos que los queremos, se cierra un ciclo vital en el que necesitamos decir lo que sentimos y que nos lo digan.
- Despedida: Hay que despedirse para irse ligero de equipaje, como dejarse caer sin tensiones, un tránsito que se realiza en otra actitud y sin duda de mejor forma
Ahora bien, ¿has pensado alguna vez en hacer un duelo anticipado? Hacer algo anticipadamente tiene que ver con hacer que una cosa ocurra antes del tiempo previsto. Cuando pensamos en el duelo lo habitual es imaginar que es el proceso por el que atravesamos todos los seres humanos cuando hemos perdido algo, a un ser querido (familiar, pareja), algo físico o simbólico que fuera importante para nosotros (casa, trabajo, etapas pasadas). Es decir, la palabra duelo invita a pensar en el DESPUÉS, no antes de que suceda la pérdida.
** Erich Lindemann fue un psiquiatra alemán que en 1944 comenzó a hablar del duelo anticipado. Analizó las respuestas de mujeres que esperaban a sus maridos que habían ido a la guerra. Estas mujeres experimentaban intensas respuestas de dolor, preocupación constante acerca de la idea de que podían morir sus esposos y era como si se fueran preparando frente a la posibilidad real de perderles. Al cabo de un tiempo reconocían haber tomado distancia afectiva debido a la prolongada ausencia a causa de la guerra. Esto es lo que él llamó DOLOR ANTICIPADO: las mujeres comenzaban duelos previos a la muerte del ser querido. Si dicha muerte ocurría, las mujeres ya habían atravesado gran parte de esa despedida previamente.
A partir de aquí, fueron muchos autores siguieron investigando acerca del duelo anticipado, pero ¿cuáles son las características del duelo anticipado?
–ACEPTACIÓN GRADUAL DE LA REALIDAD y de la inevitabilidad de la pérdida. Esto es una diferencia esencial con respecto a otros duelos que comienzan debido a pérdidas repentinas, inesperadas y abruptas.
–SENTIMIENTOS INHERENTES AL DUELO. Las emociones que siente alguien en un duelo anticipado serían las mismas que en un duelo tras la pérdida.
–TERMINAR ASUNTOS PENDIENTES y dar la posibilidad de elegir cómo DESPEDIRSE. Para mí este es uno de los puntos más importantes de hacer un duelo anticipado. Tener tiempo y espacio para poder expresar sentimientos, resolver conflictos pasados, retomar asuntos pendientes para poder darles un cierre y tener la posibilidad de pensar qué se quiere decir o qué se quiere hacer en forma de despedida.
–HACER ENSAYOS DE LA MUERTE e intentos de ajustarse a las consecuencias de ésta. Es habitual que se empiecen a tener sueños en relación a su muerte, o a la vida sin esa persona (incluso sin ti). Pueden aparecer imágenes acerca de cómo será ese día del fallecimiento o días posteriores como “ensayos preparatorios” que hace nuestro cerebro.
–REORGANIZACIÓN DE ROLES FAMILIARES. Se duela a alguien que aún vive, y hay que despedirse no sólo de la persona sino también del ROL que tenía dentro de la familia, de lo que significaba para cada miembro dentro del sistema familiar. Por otro lado, también se elabora la pérdida de una parte de uno mismo: “lo que soy cuando estoy contigo”.
–REALIZAR UN LENTO DESAPEGO y facilitar una muerte apropiada. Si el duelo anticipado se extiende mucho en el tiempo es bastante probable que se reduzcan las expresiones de dolor posteriores a la muerte, sobre todo en el caso de que el duelo anticipado sea con respecto a un enfermo.
Finalmente, siempre es importante revisar qué asuntos pendientes tenemos con nuestros vínculos más cercanos para poder enfrentarlos incluso aunque supongamos que nos queden muchos años de vida o a éstas personas.
Te has cuestionado alguna vez ¿qué es para ti un buen morir?
¿Cómo tendría que ser ese momento para que tú estuvieras cómodo?