RECOMENDACIONES DE LA DOCTORA DESCANSO
Nos pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo, y si todo va bien, la mayoría de las personas pasan esta práctica sin dificultad, o con alguna que otra pesadilla o noche de insomnio.
Trastornos en la conducta de sueño
Sin embargo, hay quienes experimentan trastornos en la conducta durante el sueño, conocidos como parasomnias, lo que puede tener serios problemas en su día a día:
1. Síndrome de bella durmiente:
Aunque su nombre lo sugiera, no es ningún cuento. El síndrome de bella durmiente o síndrome de Kleine-Levin consiste en dormir por periodos prolongados de tiempo, que pueden abarcar desde casi un día entero hasta semanas. Los síntomas son:
- Somnolencia incontrolable, lo cual la conduce a un estado de hipersomnia.
- Alimentarse de forma compulsiva (puesto que en sus periodos de sueño prácticamente no comen)
- Desorientación (tanto en el tiempo como en el espacio)
- Conducta agresiva
- Deterioro de las capacidades mentales e, incluso, alucinaciones.
- Amnesia o alteraciones en la memoria a corto plazo
Una vez que pasa la crisis, los pacientes del síndrome de Kleine-Levin regresan a la normalidad, aunque no consiguen recordar prácticamente nada de su periodo de sueño intenso. Además, debido a la enorme cantidad de tiempo que pasan durmiendo, sufren deterioro social, laboral y emocional, al ser incapaces de llevar a cabo sus actividades diarias.
Este tipo de trastorno neurológico es poco frecuente, y por lo general, se presenta en varones adolescentes y ocasionalmente en mujeres. Los primeros casos se registraron en la década de los años veinte y, aunque desde entonces son pocos los pacientes diagnosticados, la falta de información sobre el tema puede hacer que existan muchos más confundidos con otros padecimientos mentales, como la esquizofrenia.
La causa del síndrome de la bella durmiente aún se desconoce con certeza. Algunos estudios señalan que se trata de un trastorno en el hipotálamo y otras anomalías en el desarrollo del cerebro. Asimismo, los tratamientos no han probado hasta el momento eliminarlo de forma definitiva. Sólo un 20% de los pacientes han dejado de tener episodios en una media de seis años, pero aún se desconoce si se trata de una curación permanente.
Sin embargo, varias personas que padecen el síndrome de la bella durmiente han respondido bien a la terapia con sales de litio, además del apoyo psicológico, para poder lidiar con las consecuencias de sus crisis de sueño. La combinación de fármacos con psicoterapia y la misma evolución del padecimiento pueden conducir, así, a un pronóstico favorable. De este modo, quienes duermen más de la cuenta, pueden despertarse por sí mismos y comprobar que la vida es mucho más que sueño.
2. Síndrome de la cabeza explosiva
Este síndrome es el causante de un despertar acompañado de ruidos que parecen provenir de nuestra cabeza acompañados de destellos de luz. El ruido se asemeja al de una pistola o al de numerosos explosivos detonando cerca de nuestra cabeza, de ahí el nombre. A pesar de ser angustioso, muy rara vez está acompañado de dolor, y se considera médicamente inofensivo. Con frecuencia ocurre mientras tratan de conciliar el sueño.
Este síndrome no trae consigo ningún otro efecto negativo, y los científicos afirman que afecta mayoritariamente a mujeres por encima de los 50.
En cuanto a su origen, algunos médicos sugieren una relación con el estrés o la fatiga extrema. El sonido que el paciente escucha podría producirse como resultado de un movimiento repentino de un componente del oído medio o de la trompa de Eustaquio. También podría deberse a una actividad inusual en el lóbulo temporal del cerebro, donde se sitúan las neuronas encargadas de la audición. En ocasiones ha aparecido asociado a la migraña, y en otras a trastornos del sueño.
3. Parálisis del sueño
Te levantas como cualquier otro día, pero… ¿no puedes moverte? La culpa no es de tu fuerza de voluntad, sino de este síndrome, causante de la parálisis de diferentes partes de nuestro cuerpo al levantarnos.
Una parte de nuestro cerebro ‘se despierta’ un poco antes que el resto de nuestro cuerpo, dándonos una sensación de alerta, aunque nuestros músculos sigan sin moverse. Para tranquilizaros un poco, decir que esta condición no es permanente, y que es un mecanismo que utiliza nuestro organismo para evitar que actuemos fuera de nuestros sueños y nos hagamos daño.
Su origen es similar al resto de los síndromes del sueño; episodios de estrés, falta de sueño o problemas durante el mismo.
4. Sexsomnia
Probablemente el más curioso de todos y el que más controversia puede ocasionar, llegándose a usar en tribunales como defensa ante la acusación de una violación. Consiste en la práctica sexual inconsciente durante el sueño que comprende desde la masturbación al acto sexual completo.
No sería tan malo si no fuese porque podría llevar al sujeto a practicar sexo indeseado con otra persona o a aumentar su apetito sexual (pudiendo acabar en violación). Los científicos han encontrado que estos sexsomniacos suelen presentar un mayor grado del síndrome si posee un historial con otros comportamientos nocturnos como el sonambulismo.
Sexsomnia, conocida en inglés como sleep sex, es un desorden/enfermedad que se caracteriza por tener comportamientos sexuales mientras la persona duerme y, al despertarse, no recuerda absolutamente nada. Forma parte de los desórdenes del sueño conocidos como parasomnias. Dentro de esta categoría de trastornos, la sexsomnia es una parasomnia NREM o trastorno de la excitación que se produce durante la fase 3 (o 4 por el normalización R y K) del sueño No REM, también conocido como sueño de ondas lentas (SWS).
¿Cuáles son los síntomas de la sexsomnia? La persona que la padece se masturba mientras duerme, si está con alguien en la cama, intenta acostarse con esa otra persona o tocarla de forma intensa y/o agresiva. La frecuencia puede ir desde una vez hasta ser algo habitual y casi a diario y varía entre hombres y mujeres. A veces es sólo algo verbal y otras sólo físico. En distintas ocasiones puede ser una combinación extrema de las dos.
¿Por qué ocurre? Nadie lo sabe de una forma exacta, pero sí tienen que ver factores como el estrés, la falta de sueño o no dormir de forma correcta, rutinaria y ordenada. Además el consumo intenso de alcohol y otro tipo de drogas, junto con la falta de sueño, también puede provocarlo.
¿Cómo se puede diagnosticar? Normalmente es algo bastante difícil porque la persona que lo sufre no lo sabe porque no lo recuerda. Cuando la persona es consciente de que padece sexsomnia es porque su pareja o la persona con la que duerme o ha dormido, le comenta que ha hecho movimientos bruscos, violentos y situaciones sexuales. Cuando le hacen una polisomnografía (prueba que sirve para diagnosticar trastornos del sueño) se puede empezar a estudiar el caso.
¿Cómo se puede curar? Antes de nada, lo más importante es no avergonzarse de esta situación, la mente humana es todavía algo muy desconocido para el ser humano y las enfermedades mentales están todavía por descubrir. La mejor forma de evitar este tipo de situaciones o, mejor dicho, curarlas es con la regulación del sueño. Una rutina y horarios estrictos en el sueño, además de una buena alimentación, el evitar comer o ingerir estimulantes antes de dormir, puede ayudar.
***Es importante explicar que en muchas ocasiones se ha utilizado esta desconocida enfermedad (se creó el concepto en el año 2003) como excusa en juicios para casos de violación o abusos sexuales, sin embargo, para diagnosticarla de una forma seria es mucho mejor acudir a un médico y que analice el la historia médica tanto del enfermo como de los familiares y posibles casos de epilepsia en la infancia.
¿Qué factores están detrás de este síndrome? Drogas, alcohol, estrés, falta de sueño, y sobre todo, el contacto físico en la cama.
5. Insomnio familiar fatal:
Considerada la peor enfermedad que puedes adquirir, es un caso raro de insomnio heredado en el que además de presentar esta última enfermedad, aparecen síntomas de cansancio, llegando al punto de presentar un coma y posteriormente, morir.
Es el peor regalo que te pueden hacer tus padres. En este trastorno el área de nuestro cerebro al cargo de las capacidades motoras y cognitivas se deteriora, hasta ser fatal. El insomnio familiar fatal es una enfermedad hereditaria que afecta principalmente una parte del cerebro llamada tálamo, que controla el ciclo sueño-vigilia y que ayuda a las diferentes partes del cerebro a comunicarse entre sí. El insomnio familiar fatal se caracteriza por ser progresiva y neurodegenerativa, lo que significa que con el tiempo hay menos neuronas (células nerviosas) en el tálamo.
Los primeros síntomas usualmente comienzan en los adultos de 50 años o más, e incluyen insomnio progresivo, pérdida de peso, falta de apetito, temperatura alta o baja y demencia rápidamente progresiva. Casi todos los casos son causados por cambios (mutaciones) en el gen PRNP y se heredan de forma autosómica dominante. Hay un número muy pequeño de reportes de casos esporádicos.
Actualmente no hay tratamiento efectivo, aunque la investigación para un tratamiento y la cura están en curso. La sobrevida es de más o menos 12-18 años, desde el aparecimiento de los primeros síntomas, pero las nuevas investigaciones quizás puedan mejorar el pronóstico. Los primeros síntomas de insomnio familiar fatal comienzan generalmente entre las edades de 32 y 62 años (media de 51 años), pero puede comenzar tan temprano como a los 18 años, o tan tarde como a los 72 años de edad.[1][10]
Los dos síntomas más comunes de presentación son el insomnio que empeora con el tiempo y / o demencia progresiva.
Es importante señalar que no todo el mundo con la enfermedad tiene insomnio como el primer síntoma principal. Otros síntomas pueden incluir ataques de pánico, miedos inexplicados (fobias), pérdida de peso, falta de apetito, y tener una temperatura corporal demasiado baja o demasiado alta (hipotermia, hipertermia). Pueden producirse trastornos autonómicos tales como alta presión arterial (hipertensión arterial), episodios de respiración excesiva (hiperventilación), sudoración y salivación excesivas y / o disfunción eréctil.
A medida que la enfermedad progresa, la mayoría de las personas desarrollan movimientos anormales y descoordinados (ataxia), alucinaciones, confusión severa (delerium) y contracciones musculares y espasmos (mioclonía). Los primeros síntomas de demencia pueden ser el olvido y confusión frecuentes, pero después hay también incapacidad para caminar y hablar. La incapacidad total para dormir es común en el final del curso de la enfermedad.
El diagnóstico de insomnio familiar fatal se sospecha primero por el deterioro cognitivo rápidamente progresivo (demencia) junto con cambios de comportamiento o estado de ánimo, ataxia y trastornos del sueño. El diagnóstico adicional incluye el estudio del sueño y posiblemente un escáner de PET (PET scan) para confirmar el hipometabolismo talámico (lo que significa que el tálamo en el cerebro es menos activo de lo que debería ser). La tomografía de PET recomendada es la tomografía por emisión de positrones de fluorodesoxiglucosa (FDG-PET).
Las pruebas genéticas pueden confirmar el diagnóstico, pero en los Estados Unidos sólo está disponible si la persona cumple uno de los tres criterios siguientes:
- Que haya otras personas en la familia con insomnio familiar fatal (antecedentes familiares positivos)
- Sospecha de la enfermedad con base en el estudio anormal del sueño o PET scan
- Diagnóstico de la enfermedad (generalmente a través de una combinación de resultados de estudio de sueño y resultados del examen PET scan)
Las pruebas genéticas para saber si un pariente es portador de la mutación que causa la enfermedad y las pruebas prenatales (para saber si un feto es afectado) son posibles si se conoce la mutación causante de la enfermedad en la familia.
Aún no existe cura. El objetivo del tratamiento es aliviar los síntomas y mantener a la persona con lo más cómoda posible. Sin embargo, hay varios estudios de investigación para evaluar una serie de posibles tratamientos. La siguiente organización está realizando una investigación: Cure FFI.org (en inglés)/ Página en la red para contacto: http://www.cureffi.org/contact/ Enlace en la red: http://www.cureffi.org
6. Borrachera del sueño
También conocido como despertar confusional, y afecta a adultos y niños, pero en la infancia, es cuando resulta más frecuente. Si bien en niños es un trastorno benigno, en adultos suele estar asociado a trastornos del sueño más graves, como las apneas del sueño.
Consiste en despertares durante el primer tercio de la noche. Al despertar, el niño está confuso, desorientado, no puede hablar con claridad y sus movimientos son descoordinados y lentos. Puede haber, incluso, alteración de la memoria, es decir, que no recuerde lo que pasó ni antes ni durante el episodio. Es precisamente debido a esta merma de las facultades el motivo por el que este trastorno es llamado “borrachera del sueño”, ya que sus síntomas son muy similares a los de una persona ebria. Los gritos, el llanto o la aparición de comportamiento agresivo pueden simular una rabieta, pero no lo es.
Son episodios que duran unos quince minutos, se autolimitan solos y no requieren tratamiento.
Se recomienda acudir a una unidad del sueño si los episodios son muy frecuentes, para realizar una evaluación del niño o adulto.
La aparición de la “borrachera del sueño” se relaciona con estados de estrés y ansiedad a la hora de ir a la cama. Por ello, la práctica de ejercicio físico, no acostarse después de ver películas estimulantes, ni pasar de trabajar o estudiar directamente a la cama o realizar algún tipo de rutina de relajación antes de dormir, pueden ser técnicas excelentes para evitar su aparición.
No es de los trastornos más peligrosos, sin embargo, puede llevarnos a realizar acciones involuntarias, indeseadas o incluso violentas.
7. Síndrome de la fase de sueño retrasada:
Las personas con síndrome de la fase del sueño retrasada son incapaces de adaptarse a los horarios socialmente establecidos de sueño-vigilia. Debido a la falta de información y comprensión de este trastorno, muchas veces son etiquetados como vagos o perezosos por las personas de su entorno.
Se asemeja mucho a los síntomas que produce el jet lag, pero de una forma continua, ya que varía constantemente el reloj biológico, impidiendo lograr un ciclo de sueño estable. Mientras que todos nosotros poseemos un ciclo natural dentro de las 24 horas del día, las personas con este trastorno retrasan el ciclo natural un par de horas cada día, haciendo imposible llevar a cabo la rutina, porque causa dormir y despertar más tarde.
Los individuos que lo padecen sienten la necesidad de acostarse y levantarse (de forma crónica) al menos dos horas más tarde que el resto. Este desfase es más común en la adolescencia; sin embargo, la prevalencia en personas adultas es significativa.
Cuando las obligaciones cotidianas fuerzan a la persona a seguir un horario común, esta sufrirá una privación crónica de sueño: es incapaz de dormirse a la hora deseada. Todo ello se traduce en somnolencia y fatiga durante el día que afectará al rendimiento escolar y laboral de quien padece este trastorno. Mientras que en periodos festivos o vacacionales, en los que puede elegir y retrasar libremente sus horarios de sueño, este se vuelve adecuado tanto en cantidad como en calidad. El insomnio y la dificultad para levantarse desaparecen y la persona goza de un descanso reparador.
Algunas de los rasgos más comunes en el síndrome de la fase del sueño retrasada serían:
- La persona puede mantener una higiene del sueño adecuada y aun así no es capaz de dormir a la hora deseada.
- No existen situaciones personales ni laborales, síntomas ansiosos ni depresivos causantes de que la persona no logre conciliar el sueño.
- Una vez ha logrado dormirse, quien padece este síndrome no tiene dificultad ninguna para mantener el sueño. Este es continuo y no se presentan despertares propios del insomnio de mantenimiento.
- Debido a la falta de sueño, se presenta somnolencia y disminución del nivel de alerta durante la primera mitad del día. Esta situación va mejorando a medida que se acerca el punto máximo de vigilia, que para estas personas se sitúa hacia el atardecer.
- Pudiendo elegir sus horas de preferencia, la persona concilia el sueño sin dificultad y se despierta descansado.
Por fortuna, existe un remedio, que consiste en tratamiento con vitamina B-12, melatonina y la exposición al sol.
8. Síndrome del comedor nocturno
El síndrome del comedor nocturno o síndrome de alimentación nocturna, es un trastorno alimenticio, psicológico y del sueño, que consiste en un desarreglo en la pauta temporal de la ingesta de alimentos, asociándose principalmente a la depresión, baja autoestima, ansiedad y desequilibrios hormonales.
Tiene lugar cuando una persona en algún momento de la noche se despierta e ingiere una gran cantidad de alimentos y de calorías después de haber cenado normalmente. Muchas veces ocurre en personas que por el día intentan restringir el número de calorías, y de alguna manera, las alteraciones del sueño hacen que se despierten para comer. Generalmente se comen aquellos alimentos restringidos durante el día, como los ricos en hidratos de carbono o dulces, todo aquello que intentan restringir a lo largo del día. Se caracteriza por una hiperfagia nocturna, se llega a ingerir más del 35% de las calorías totales después de la cena. El horario de esta conducta es variable y puede extenderse hasta las dos y tres de la mañana con una frecuencia de tres y cuatro veces por semana. Existe una fuerte necesidad de comer y por otra parte, lo consideran necesario para poder conciliar el sueño. Pero también podría deberse por una mala relación con los alimentos, un problema que a muchas mujeres les pasa, sobre todo a adolescentes, quienes viven constantemente contando calorías y la forma más eficaz de quemarlas. También se le asocia cuando una persona trata de aparentar que come adecuadamente, pero cuando está sola, se lo devora todo.
En algunos casos se presenta una elevada impulsividad que calman comiendo. A esa hora de la noche y en medio del sueño la capacidad de control es menor, pero sí son conscientes generalmente de lo que hacen. No tienen por qué ser sonámbulas estas personas.
La prevalencia de este trastorno es más frecuente en mujeres (66%), cuya causa permanece desconocida. Con respecto a la edad se manifiesta regularmente durante la adultez temprana con edad media de 39 años, y en personas con índice de masa corporal de sobrepeso y obesidad.
Por lo general, los signos incluyen saltarse el desayuno, comer la mitad de las calorías diarias después de la cena y despertar durante la noche para comer y volverse a dormir. Se tiene gran inapetencia durante la mañana y un enorme apetito durante la cena y por la noche. La depresión se ha asociado con este síndrome. Aproximadamente el 75% de los pacientes comedores nocturnos han experimentado alguna forma de depresión en algún momento de la vida. Hay que tener en cuenta que el síndrome del comedor nocturno no se relaciona con el trastorno por atracón, ya que en éste se intenta calmar la ansiedad o se canaliza la euforia mediante pocas comidas, pero muy copiosas que además se producen en cualquier momento del día, no sólo de noche.
Psic. Alicia D de P
Dra. Descanso ®
Que sueñes con los angelitos ®
FUENTE:
https://www.elespanol.com/omicrono/tecnologia/20140914/trastornos-sueno-terrorificos/1250012_0.html
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