Una rabieta o berrinche es una forma inmadura de expresar ira o enojo. A menudo, los niños y niñas tienen rabietas cuando se sienten frustrados consigo mismos. Pueden estar frustrados porque no consiguen armar algo, porque no sucede lo que desean, porque sus padres no entienden lo que ellos dicen, etc. Una rabieta es una demostración explícita y explosiva (con rabia, con ira) de un malestar, de un desacuerdo, sea éste importante o no a ojos de quien contempla el cuadro.
De una forma u otra todos, niños y adultos, tenemos rabietas. Lo que ocurre es que a medida que nos vamos haciendo mayores vamos aprendiendo a canalizar la rabia y los enfados, vamos comprendiendo más nuestro entorno, a identificar y manejar nuestras emociones y el por qué a veces las cosas no son como esperamos, y muchas veces… aprendemos a no demostrar muchas de las cosas que sentimos porque parece ser que no está bien visto.
Pero, específicamente, ¿a qué se deben? El origen de las rabietas guarda estrecha relación con algo que el niño o la niña no ha logrado hacer, conseguir, o expresar y que por lo tanto le crea frustraciones. Un niño puede frustrarse porque no consiguió colocar 2 piezas de un juego juntas, o porque sus padres no entienden lo que está tratando de decir. Niños más grandecitos pueden frustrarse cuando no les sale la tarea. Otro grupo de ellos lo hace para llamar la atención o salirse con la suya.
Afortunadamente, a medida que el niño madura y se desarrolla, estas rabietas disminuyen, además, la aparición del lenguaje contribuye a la disminución de estos ataques, pues al poder verbalizar su frustración, se descarga hablando y no a través de respuestas físicas. Los niños y niñas se rebelan contra las normas por muchos motivos, pero el motivo principal es llegar al conocimiento de cuál es el límite.
En general, las rabietas suceden por:
- Renuencia a cumplir una orden: una orden, sobre todo si se da de forma agresiva, puede desencadenar un berrinche. La mejor opción para evitar una rabieta es intentar razonar con el niño, negociar y proponer alternativas. Los niños pequeños pueden tener rabietas para salirse con la suya. Tal vez quieran un juguete, quieran vaciar la bandeja de los colores o quieran salir a jugar afuera cuando hay mal tiempo.
- Transiciones o cambios inesperados: los momentos de transición son delicados, debido a que el estrés, incertidumbre o nerviosismo son focos de rabietas.
- Sobreexitación: el exceso de estímulos marea y distrae, tanto que puede provocar un berrinche por parte del niño. Tener demasiados juguetes a su disposición o darle a elegir muchas opciones le harán perder la sensación de control y no podrá manejar la situación.
- Probar su independencia: durante su crecimiento los niños y niñas desarrollan sus habilidades e independencia, y puede que consideren que ha llegado el momento de ponerlas a prueba. Una rabieta puede ser sólo una forma de comprobar la resistencia de los padres, por eso la firmeza y la seguridad son tan importante a la hora de controlarlas.
- Falta de atención: La desbordante imaginación de los niños puede agitar incluso al padre más concienciado. Cuando perciben que no están siendo escuchados se puede desencadenar una rabieta, y lo mismo ocurre si centramos más atención en un niño que en otro, provocando sus celos. El niño puede gemir, llorar, golpear el piso o la puerta, cerrar una puerta con violencia, o contener la respiración. Mientras el niño/a permanezca en un solo lugar y su comportamiento no sea destructivo se puede dejar tranquilo.
- Frustración
- Cansancio
- Sueño: para un adulto la falta de descanso puede ser un grave problema, y lo mismo ocurre con los niños. Si un niño tiene sueño y no puede dormir acabará externalizando su cansancio.
- Hambre
Ahora que conocemos en general los motivos más comunes de los berrinches, es importante que sepamos cómo se pueden prevenir, tomando siempre en cuenta que debemos hablarles siempre con amabilidad, amor y empatía. Con el mismo tono y respeto que tendríamos hacia un adulto.
Entonces, para poder reducir la predisposición a que un niño o niña haga un berrinche, recomiendo:
- Ponernos a su nivel, mirarle a los ojos, pronunciar su nombre, hablar de lo que siente y de lo que sentimos nosotros. Poner nombre a los sentimientos ayuda a saber qué nos pasa. Si tenemos un posible foco de problemas antes de que suceda podemos hablar con el niño de esta forma.
- Debemos prestarle suficiente atención. En cantidad y en calidad. Si hay cosas que hacer, podemos integrarle en las tareas. Si tenemos que hacer cosas de casa, dejaremos que nos ayude. Preguntarle su opinión y hacerle partícipe de lo que hacemos le ayudará a no sentirse excluido.
- Establecer un orden en sus días le ayudará a sentir seguridad y hará que las transiciones sean más sencillas. Con transiciones me refiero a los cambios de actividad. Por ejemplo nos vamos del parque a casa. Esos momentos de transición son delicados. Suelen ser foco de rabietas. Si tenemos unas rutinas y nuestro hijo o hija sabe lo que viene después… las minimizaremos.
- Tener cubiertas sus necesidades de sueño y hambre, ya que éstos son dos de los grandes aliados de las rabietas. Cuando hablo de cubrir sus necesidades también me refiero a este tipo de necesidades básicas. ¿Un niño con hambre y sueño en un ambiente que no es suyo? Rabieta a la vista…
- Ante nuevos escenarios: Habla con el/la peque de lo que va a pasar con sinceridad, sencillez y cariño. Saber lo que va a pasar les ayudará a gestionar la situación con más tranquilidad y seguridad. El estrés y el nerviosismo son desencadenantes de rabietas.
- Responde a sus necesidades naturales: Los niños necesitan moverse, necesitan expresarse, jugar, necesitan orden, necesitan naturaleza, necesitan contacto, necesitan manipular…
Un niño que pasa toda la mañana en el cole, media tarde viendo caricaturas, y la otra media jugando en casa no se ha movido lo suficiente. Su energía está en su interior y va a acabar explotando por algún lado.} - Cuando en la pareja cada miembro tiene una visión de la crianza y ambos quieren imponerla por encima del otro el niño se confunde, no sabe qué reacción esperar y toda esta ebullición puede desencadenar muchas rabietas. Lo mejor es sentarse en pareja y hablar de cómo vamos a afrontar las situaciones cotidianas de la crianza. Podemos dar nuestros motivos, exponerlos y tratar de llegar a acuerdos que nos lleven a remar en la misma dirección.
- Imagina que tu hijo o tu hija tuviese la capacidad de expresarse y de razonar de un adulto. Si le preguntaran si pasa suficiente tiempo con tus padres… ¿Qué contestaría? Si la respuesta crees que sería NO, ahí tienes otro punto sobre el que puedes trabajar.
- Relaciones sanas: el niño debe percibir en su entorno relaciones sanas. Personas que se comunican entre ellas de forma respetuosa, de forma serena, de forma amable… Los niños tienen una mente absorbente e interiorizan todo lo que ven como esponjas, si ven reacciones desproporcionadas o irrespetuosas en su ambiente, es posible que ellos mismos interioricen estas reacciones. No podemos exigirles lo que nosotros no damos.
- No chantajear: Los chantajes son unos de los grandes causantes de las desviaciones de las conductas naturales de los niños. Si acabas la comida vamos al parque. Si te vistes rápido te compro un helado. Si vienes conmigo veremos una peli…Muchas veces prometemos lo que sabemos que no vamos a dar y la consecuencia directa es una rabieta. En otras ocasiones el niño espera a recibir ese chantaje, ese premio prometido para comportarse como se espera de él. Como nadie le promete nada se frustra y aparece la rabieta. Los chantajes suponen entrar en una espiral de la que es difícil salir… Explica las consecuencias naturales y/o lógicas de sus actos y no trates de sobornarle para conseguir algo del niño.
- Plantearle elecciones: A veces la rabieta surge como una rebelión a una orden planteada desde el autoritarismo al niño. ¡Te he dicho que nos vamos ya a casa! Podemos plantearle elecciones cerradas y que él mismo elija. Sería algo así como anticiparle las consecuencias de sus actos. ¿Prefieres quedarte en el parque o ir a casa y jugar allí un ratito? En ese caso es el niño quien decide. Si elige quedarse más rato. Luego no podrá tener tiempo para el juego en casa. ¡Ojo! Hay una fina línea entre plantear elecciones y plantear chantajes. La diferencia es que cuando planteamos elecciones, todo es razonable, relacionado, respetuoso y lógico.
- Distraer y captar su atención: Cuando sabemos que el niño está algo cansado, que puede avecinarse la rabieta. Podemos tratar de evitarlo cambiando de ambiente, captando su atención con una canción o invitando al niño a hacer otra cosa.
- Evita el abuso del “NO”
Ahora bien, ¿a qué edad suelen aparecer y desaparecer las rabietas o berrinches? Entre los 18 meses y los tres años es normal que los niños y niñas vivan la etapa de las rabias escandalosas, porque experimentan con gran intensidad el proceso de independencia: necesitan probar su voluntad y reafirmar su personalidad, y a través de la negación buscan consolidar su conciencia, manifestar su individualidad y presencia en el mundo.
Puede ocurrir que los berrinches persistan más allá de los 4 años y que los padres no logran controlarlas. Normalmente, eso significa que hay algo más y se necesita el apoyo de un profesional idóneo, es decir, de un psicólogo infantil. Hay que estar atentos si hay un aumento de la frecuencia de las rabietas o pataletas.
Las rabietas son bastante ocasionales después de los cinco años, pero si continúan es importante cuidar que el menor no sea agresivo consigo mismo. Que esto ocurra puede ser un signo de regresión, una reacción infantil a algún hecho que preocupa emocionalmente al menor y no sabe cómo reaccionar.
Los berrinches suelen ser pasajeros, se irán mitigando con el tiempo y espaciando cada vez más. Lo más sorprendente de las rabietas no es la frecuencia (en ocasiones, diaria) o lo pronto que aparecen (a veces, antes de que el niño empiece a hablar). Lo más llamativo es el ímpetu que los pequeños ponen en ellas. Todavía no controlan sus emociones, y tampoco conocen aún la inhibición, así que se emberrinchan a lo grande.
Por eso, es bueno que aunque las rabietas no desaparezcan, al menos se reduzcan en intensidad. A esta edad aún no toleran la frustración y les resulta complicado comprender que no pueden tener siempre lo que quieren. Si además tampoco son capaces de verbalizar lo que desean, el resultado es la fórmula ideal para que tenga lugar la rabieta. Por eso, que estas reacciones desaparezcan no depende sólo de que consigan lo que quieren o no. Disminuirán cuando vean que no tienen efectos sobre sus padres, y sobre todo cuando puedan tolerar la frustración y expresar con palabras lo que hasta ahora solo pueden manifestar con pataletas.
Pero, ¿cómo se deben afrontar los berrinches o rabietas?
- Mantener la calma, o al menos, no dejar que el niño o niña perciba que nos altera
- No prestar atención al berrinche, pero sí al niño; aparentar no darnos cuenta de su llanto y su resistencia.
- Buscar conductas positivas que sean incompatibles con el berrinche: por ejemplo, puede ser el encargado de ir repartiendo los materiales, o elegir una canción para relajarnos
- No anticiparle lo que va a ocurrir, ni hablar de la rabieta una vez terminada
- Mantenerse firmes: claro que resulta mucho más fácil decirlo que hacerlo, pero la estrategia más infalible. Para empezar, porque ayuda a dejarle claro que su rabieta no le llevará a conseguir lo que quiere. Pero es fundamental que el propio padre se crea que controla la situación. Puede que durante un tiempo el niño siga poniéndolas en práctica, pero en la mayoría de los casos se dará cuenta de que la fórmula no le funciona y acabará por dejarla.
- Dar explicaciones cortas: Si se intenta explicar a un niño inmerso en un verdadero ataque de enfado por qué es injusta su reacción, lo más probable es que él siga tirado en el suelo llorando y pataleando sin cesar. La razón es que en esos momentos lo único que escucha es su propio llanto, por lo que es difícil hacernos entender en esas circunstancias.
- No responder con enfado: Responder con una rabieta es una forma de fomentarlas, les estaremos dando la mejor de las excusas para iniciar un pequeño número de enfado en cualquier momento, ya que para los niños sus padres son sus modelos de referencia y les encanta imitar todo lo que hacemos. También es importante no permanecer enfadados con él eternamente. Pasados unos minutos, ya no sabrá por qué papá están enojados, su berrinche ya pasó, y tal vez ni siquiera se acuerde de él.
- No prestarse al juego: La mejor forma de luchar contra las rabietas es procurar que no aparezcan. Y para ello conviene anticiparse a posibles problemas. Por ejemplo: uno de los lugares donde suelen darse más rabietas es el supermercado, así que hay que ir prevenidos. Es bueno dejar todo claro antes de entrar: avanzarle que solo se va a comprar leche, pan y huevos, y nada más. Después, una vez dentro, podemos dejar que él participe en la compra cogiendo las cosas que se van a comprar (las más pequeñas, claro) y metiéndolas en la cesta. De esa forma estará distraído y se sentirá útil, lo que evitará otras tentaciones.
- Elegir entre dos opciones La mayoría de las veces su enfado vendrá ocasionado por querer algo que no puede tener. De ahí que ayude mucho a evitarlo el dejarle elegir solo entre dos opciones. Si se le pregunta “¿qué quieres de postre?”, el abanico de opciones que se abre ante el pequeño es infinito, y no siempre al gusto de los adultos. Sin embargo, si se le da elegir únicamente entre dos opciones, ambas válidas, es más que probable que todo siga en calma. Preguntando “¿quieres un plátano o prefieres un yogur?”, se le cierran las opciones posibles sin que él se dé cuenta. Y no tendremos que decirle «no».
- Intentar que escuche: Una vez que la rabieta ya ha comenzado, el pequeño parece fuera de sí. Para calmarlo y hacerle entender que no puede ser, solo hay una opción: intentar conseguir que salga de ese estado y hacer que nos escuche. Para ello, papá o mamá pueden arrodillarse frente a él, cogerlo por los hombros con firmeza y mirarlo hasta que él fije sus ojos en los del adulto. Entonces será el momento de hablarle con calma.
- En vez de un no, dos síes: Se le está prohibiendo una cosa, pero permitiendo otrasdos. Así, si después de decirle que no puede pintar en la pared se le explica que sí puede pintar en la cartulina o jugar en el parque, es posible que su rebeldía se aplaque.
- Cambiar de escenario: En ocasiones, ni ellos mismos sabrán cómo terminar con su propia rabieta. Es beneficioso cambiar de lugar: salir con ellos en brazos del espacio en el que se encuentran e ir a otro más abierto. A la vez el paseo puede distraer su atención y hacer que se centre en otra cosa.
- Así no se habla: Hay que advertir que lo escucharemos cuando hable en un tono normal, sin gritos ni llantos, porque de otra forma es imposible entenderle. Es una buena técnica explicarle que cuando llora así nadie puede escucharle, por lo que no sabemos lo que quiere.
- Dejar que se calme solo: Los niños también tienen derecho a desahogarse, por lo que a veces es incluso positivo que pasen por un berrinche. Cuando está inmerso en un ataque de furia, se le puede decir: «Pues sí que estás enfadado, avísame cuando se te pase», y acto seguido alejarse un poco de él. Será consciente de que nos preocupamos por lo que le pasa y de que no conseguirá nada poniéndose así.
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Psic. Alicia D de P
Dra. Descanso ®
Que sueñes con los angelitos ®
FUENTE:
https://www.feandalucia.ccoo.es/docu/p5sd8748.pdf
http://www.pequefelicidad.com/2016/10/20-consejos-montessori-para-prevenir.html