RECOMENDACIONES DE LA DRA. DESCANSO ®
Las relaciones y las experiencias que viven los niños, niñas y adolescentes en la familia, el colegio y el barrio son imprescindibles para un buen desarrollo emocional, social y cognitivo.
Sin embargo, la convivencia y las relaciones humanas, implican conflictos y perturban estos ambientes seguros y cálidos. Uno de estos conflictos, que despierta gran alarma social, es la violencia o acoso escolar que se genera entre niños o niñas o adolescentes en los colegios e institutos.
- ¿Qué es el acoso escolar o Bullying?
El acto de acoso o intimidación se caracteriza por ser un comportamiento agresivo, repetitivo, metódico y sistemático, que se produce durante un período de tiempo prolongado. El objetivo del acoso es intimidar, tiranizar, aislar, amenazar, insultar, amedrentar, someter emocional e intelectualmente a la víctima, es decir, controlarla a través del pensamientos y /o la acción y satisfacer su necesidad de controlar, dominar, agredir, y destruir a los demás. El agresor hunde y machaca la personalidad y la autoestima de la víctima. En la mayoría de los casos existe un desequilibrio de poder entre el agresor y la víctima. Este desequilibrio puede ser real o ser una percepción subjetiva por parte de la víctima.
La víctima generalmente sufre en silencio y en soledad, no habla del problema, por miedo a la venganza, por vergüenza, por no saber qué hacer, a dónde o a quién acudir.
Las agresiones, ya sean físicas, verbales de exclusión social y/o psicológicas, se manifiestan en los lugares donde no hay adultos, como el recreo, comedor, pasillos, baños, entre otros, y se suelen realizar sobre niños o niñas concretos, nunca a un grupo. Sin embargo, el agresor sí puede actuar en solitario o en grupo. Nadie debe subestimar el miedo que un niño, niña o adolescente intimidado puede llegar a sentir.
Los niños, niñas y adolescentes que son intimidados, con frecuencia no saben cómo responder a un comportamiento agresivo. Luchan contra las humillaciones y, al ser excluidos, y piensan que la escuela es un lugar inseguro y angustiante.
Según el grado de acoso, y en función de la edad, personalidad y temperamento del niño o niña acosado, éstos pueden verse afectados en sus comportamientos cotidianos. Así, por ejemplo, el acoso puede verse reflejado en conductas tales como sufrir de insomnio, pérdida de apetito, ataques de ira, mayor agresividad hacia los hermanos, simulación de enfermedad por las mañanas para evitar ir al colegio, cambio de ruta para ir a la escuela, etc. También podemos deducirlo observando aspectos objetivos y visibles como la ropa rota, moratones inexplicables, un carácter más introvertido o triste de lo habitual, etc.
- Ahora bien… ¿Quiénes son los protagonistas del acoso escolar? ¿Quiénes participan?
Debo mencionar que el acoso o intimidación afecta a todos y no sólo al agresor y a la víctima. También debemos incluir al personal docente y no docente, al resto de los compañeros, a padres y madres. Todos y todas, de una manera u otra, cumplen un rol en esta situación de agresión y de todos depende que la escuela sea un lugar seguro y agradable sin violencia.
- El acosador o agresor, niños, niñas o adolescentes:
- Que desarrollan conductas de agresión o intimidación hacia otros y que buscan obtener el reconocimiento y la atención de los demás. Pueden ser niños que presenten una autoestima y una seguridad en sí misma alta o muy baja, pero, en ambos casos aprenden un modelo de relación basado en la exclusión y el menosprecio de otros.
- Cuyo objetivo es eliminar, amedrentar, aterrorizar y destruir al que no es su seguidor, al que se resiste, al diferente, al que sobresale académicamente, en definitiva, al que le hace sombra y le rebaja socialmente y académicamente y al que, en el fondo, le hace de espejo de sus propias carencias.
- Que presentan normalmente pocas habilidades sociales para comunicar y negociar sus deseos.
- Cuyas características suelen ser: personas con falta de empatía, falta del sentimiento de culpabilidad, y con un nivel de tolerancia a la frustración ante los conflictos bajo y, por último, suelen ejercer sus agresiones y estudiar a su víctima de forma premeditada.
Cabe mencionar que según estudios psicológicos a personas que han realizado alguna acción de acoso escolar, su perfil encaja con niños y niñas que viven en un ambiente familiar permisivo. Este ambiente familiar puede haber desarrollado en ellos un umbral de tolerancia a la frustración muy bajo, irritándose mucho cuando no consiguen lo que quieren, además de la incapacidad de ponerse en el lugar del otro por una carencia de empatía, mermando también su capacidad de buscar soluciones que puedan beneficiar también a los demás.
Lo más probable es que el niño o niña educado en este ambiente familiar reproducirá en la escuela los hábitos adquiridos. Ni respetará, ni empatizará con el profesorado, ni con sus compañeros y compañeras.
Los niños, niñas o adolescentes pueden estar intimidando a otro si ellos:
- Se involucran en peleas físicas o verbales
- Tienen amigos que intimidan a otros
- Son cada vez más agresivos
- Los mandan a dirección con frecuencia
- Tienen dinero o pertenencias nuevas sin explicación adicional
- Culpan a otros por sus problemas
- No aceptan la responsabilidad por sus acciones
- Son muy competitivos y se preocupan mucho por su reputación o popularidad
Lo habitual en los centros educativos es que, con frecuencia, cuando un niño o adolescente acosa a otro compañero suele estar rodeado muy rápidamente de una banda que se une al comportamiento de acoso contra la víctima o también, que se acercan a observar lo que sucede, alimentando de esta forma el poder que recibe quien acosa a otro. Para evitar esto, es importante la presencia de una figura de autoridad exterior que imponga límites a este tipo de conductas, como sería el personal docente o no docente, principalmente en los recreos o tiempos libres.
Como padres y madres es importante y necesario apoyar al niño o niña acosador. Podemos ayudar y trabajar con la escuela hablando con nuestro hijo o hija para averiguar por qué intimida a otros niños en el centro. También podemos colaborar y ayudar mucho para encontrar la forma y la conducta positiva que debe aprender y desarrollar nuestro hijo con el objetivo de reparar el daño que ha causado a la víctima y con vistas a desarrollar comportamientos más solidarios y de compañerismo y evitar que vuelva a actuar como acosador.
Que un niño sea acosador no significa ni mucho menos que toda su personalidad sea problemática, únicamente conlleva que su forma de resolver los conflictos y relacionarse con los demás ante estos conflictos debe ser revisada y esto se puede modificar con ayuda, esfuerzo y trabajo en equipo con el colegio.
- El acosado o la víctima, niños, niñas o adolescentes:
- Que suelen mostrarse débiles, inseguros, con baja autoestima y fundamentalmente incapaces de salir por sí mismos de la situación que padecen, aunque lo hayan intentado de muchas formas.
- A quienes en la mayoría de las ocasiones les supera la situación y se sienten deprimidos.
- Quienes presentan bajas habilidades sociales y suelen ser rechazados dentro del grupo, lo que los vuelve un objetivo fácil para el acosador.
- Que sienten que no disponen de herramientas psicológicas y sociales para hacer frente a la situación.
- Quienes suelen ser apegados a su familia, dependientes y sobreprotegidos por sus padres y madres.
- Quienes en situaciones más raras, suelen tener un comportamiento irritante hacia los demás. A veces, sus compañeros les provocan para que reaccionen de mala manera, y así poder acosarlo pareciendo que la responsabilidad del acto agresor está justificada, disfrazando así la culpabilidad del acosador frente al resto de niños y niñas y, a veces, frente a los adultos.
Es importante resaltar que las víctimas de acoso escolar no suelen contarlo a sus padres o madres, sobre todo a partir de los 10 ó 12 años. Sentimientos como la vergüenza, la inseguridad o el sentirse inferior hacen que el niño o niña sufra las agresiones en silencio.
Por ello, resulta muy importante que los adultos seamos capaces de ponernos en guardia ante determinadas conductas que pueden darnos pistas de que está siendo víctima de algún acosador escolar. La primera alarma debe saltar cuando se observa un cambio importante en la conducta habitual del niño o niña.
- El espectador:
El acoso escolar siempre va acompañado de unos espectadores que respaldan el acoso por parte de la figura de poder. Aun siendo simples espectadores, participan del acoso al ser observadores del mismo, pudiendo ser:
- Pasivos: prefieren no intervenir pero contemplan el acoso sin ser parte del mismo. Para ellos, se vuelve cotidiano que un agresor acose a uno de sus compañeros en específico y no hacen nada, ni siquiera son capaces de comunicarlo a ninguna figura adulta del personal del centro.
- Activos: intervienen como espectadores activos o compinches, serían aquellos que secundan al agresor al ser sus amigos y se vuelven parte del acoso. Sin embargo, no pueden ser considerados los agresores, aunque lo sean en algún grado menor, debido a que quien encabeza el acoso es el cerebro de la acción. Igualmente pueden mostrarse defensores, al ayudar a la víctima, o reforzadores, aquellos que observan el acoso sin hacer nada pero sí provocan la acción con su actitud.
Existe el riesgo de que los espectadores, tanto activos como pasivos, al estar aprendiendo que la violencia es natural y que forma parte de su entorno, lleguen a insensibilizarse ante las agresiones cotidianas y no reaccionen ante las situaciones de injusticia, lo que originará una tendencia cada vez mayor a observar e incluso justificar las agresiones.
Y a la vez, muchos de los alumnos son reacios y temerosos a informar de las situaciones de abuso por miedo a ser incluido dentro del círculo de victimización y convertirse también en blanco de agresiones.
- Entonces, ¿Qué consecuencias o secuelas negativas sufren los protagonistas del proceso de acoso escolar?
Todas las personas que están involucradas, ya sean de manera activa o pasiva en un proceso de acoso, son víctimas de este proceso. Los acosadores, los espectadores y, por supuesto, las víctimas directas son las que más secuelas negativas sufrirán tanto físicas, como emocionales y psicológicas.
- Consecuencias para la víctima:
- Secuelas por estrés postraumático. Investigaciones científicas realizadas sobre el estrés humano sugieren que las víctimas de acoso escolar son más vulnerables a padecer problemas de conducta, como trastorno por estrés postraumático, depresión y trastornos del ánimo a medida que pasan los años.
- En el caso de que los sentimientos del niño o niña no estén siendo bien encauzados y se queden sin resolver, pueden desarrollarse modificaciones en su comportamiento diario y rutinario como insomnio, pérdida de apetito, ataques de ira, etc.
- Vivir aterrorizado con la idea de asistir a la escuela y, por ello, intentar aparentar estar enfermo en la mañana, o pueden aparecer síntomas psicosomáticos como vómitos, dolores abdominales o de cabeza sin causa aparente, o puede cambiar de camino para ir al colegio.
- Mostrarse muy nervioso, triste y solitario en su vida cotidiana.
- Mostrar modificaciones más profundas de índole psicológica y emocional, como la pérdida y destrucción de su autoestima y la confianza en sí mismo, llegando a estados depresivos o de permanente ansiedad social al generarse situaciones de inadaptación, y de índole escolar y cognitivo, al observarse una disminución del rendimiento académico.
Es muy importante que padres y madres estemos muy atentos a cualquier cambio de actitud, comportamiento o conducta con respeto a su rutina diaria por parte de nuestro hijo o hija. Algunas de los indicadores más fácilmente observables pueden ser:
- Presencia de lesiones físicas
- Pérdida o rotura de pertenencias
- Insomnio, pesadillas, terrores nocturnos, enuresis, etc.
- Llanto inmotivado y frecuente
- Cambios de humor evidentes y marcados
- Tristeza o síntomas de depresión
- Pasar mucho tiempo sólo y no salir con amigos
- El aumento de la pasividad o la retirada
- Cambio repentino en la forma en que el niño habla – llamándose a sí mismo un perdedor o llamando idiota a un ex amigo
- Descenso en su rendimiento escolar
- Miedo a ir al colegio o instituto, o poner excusas para faltar de forma recurrente.
Ahora bien, también que muchos de estos síntomas pueden darse de forma aislada en el periodo de la adolescencia, por lo que debemos observar con calma y método antes de sacar conclusiones precipitadas.
- Consecuencias para el espectador/a: A la mayoría de los espectadores no les gusta ser testigo de cómo otra persona está siendo intimidada, por lo que la observación de una agresión coloca a la persona en un estado psicológico incómodo conocido como “disonancia cognitiva”; disonancia porque uno presencia una acción moralmente repudiada y, al mismo tiempo, no hace nada al respecto. La disonancia cognitiva se produce cuando nuestras acciones no coinciden con el código interno de ética y moral.
La consecuencia que sufren los espectadores es la posibilidad de llegar a insensibilizarse ante otros acosos o agresiones y a aprender a no reaccionar ante las injusticias.
- Consecuencia para el agresor/a: acosar puede convertirse en su forma de conseguir sus objetivos incluso en la edad adulta, por lo que pueden tener dificultades para establecer relaciones positivas en el futuro.
- Entonces, ¿Qué podemos hacer para mejorar la experiencia educativa y prevenir la violencia?
Debemos enseñar a resolver conflictos de forma constructiva; es decir, pensando, dialogando y negociando. Un posible método de resolución de conflictos se desarrolla en los siguientes pasos:
- Definir adecuadamente el conflicto
- Establecer cuáles son los objetivos y ordenarlos según su importancia
- Diseñar las posibles soluciones al conflicto
- Elegir la solución que se considere mejor y elaborar un plan para llevarla a cabo
- Llevar a la práctica la solución elegida
- Valorar los resultados obtenidos y, si no son los deseados, repetir todo el procedimiento para tratar de mejorarlos
Por una parte, en los programas de prevención de la violencia escolar que se están desarrollando en los últimos tiempos, se incluyen la mediación y la negociación como métodos de resolución de conflictos sin violencia.
- Pero ¿Qué debemos hacer padres y madres?
- Ayudarles a ser seguros física y emocionalmente y enseñarles a hacer frente a los signos de intimidación o acoso en su estado inicial, antes de que el comportamiento y la agresión empeoren.
- Ser firmes y poner límites, estos les ayudarán a ir diferenciando a lo largo de su desarrollo las conductas y comportamientos positivos de los negativos.
- Prevenir el acoso escolar enseñando valores a nuestros hijos e hijas, inculcándoles la importancia del compañerismo, la solidaridad, el apoyo, la ayuda, enseñándoles a ser asertivos sin ser agresivos en la defensa de sus ideas frente a una acción o conducta de un igual.
- Hacerles entender lo importante que es informar de una acción de acoso o intimidación. Padres y madres, así como el profesorado, podemos ayudar mostrándoles dónde pedir ayuda en el centro, y qué acción pueden esperar.
- Valorar los programas de televisión o juegos que permitimos a nuestros hijos, ya que las nuevas tecnologías en los medios de comunicación han facilitado la exposición a la violencia sin filtros ni comentarios posteriores que les ayuden a entender los comportamientos agresivos que observan, pareciendo que la violencia está justificada en la sociedad en la que dichas circunstancias se producen.
- Preocuparnos por conocer a los amigos de nuestros hijos e hijas para evitar que se integren en pandillas identificadas con la violencia.
- Hacerle ver a la víctima que la intimidación debe ser denunciada para que se pueda intervenir de forma organizada
- Escuchar atentamente a nuestro hijo o hija: ya que pueden pensar que van a sufrir represalias si se lo dicen a algún adulto, que el problema no es tan grave, que es parte de la vida, que puedan manejar el problema por sí mismos, o que no quieren ser identificados como “chivatos” o “acusones” ya que eso podría empeorar la situación. Creen que, incluso con la ayuda de sus padres u otro adulto, no se les puede proteger. También llegan a pensar que el hecho de que le acosen o le intimiden es su culpa. Los niños sólo podrán hablar acerca de la intimidación cuando tienen absoluta certeza de que van a ser escuchados y ayudados. Por eso, es muy importante que escuchemos y hablemos con nuestro hijo o hija, y así, podremos ser capaces de determinar el nivel de participación que se necesita.
- Decidir cómo podemos ayudar: La intervención es vital. Cómo se interviene es muy importante.
- Trabajar con la escuela: el trabajo conjunto entre familias y centro es imprescindible a la hora de buscar una resolución positiva del problema. Ante indicios de acoso, en primer lugar ponernos en contacto con el tutor o docente y con el director e informar de lo que nuestro hijo o hija nos ha contado, de sus miedos y las acciones que ha sufrido por un igual en el centro. Mientras se busca una solución positiva, debemos tener en cuenta una serie de aspectos como mantener la seguridad de nuestro hijo. Es importante que conozcamos qué recursos y servicios están disponibles en el centro desde el punto de vista de apoyo psicológico o emocional, en caso de que fuese necesario.
- ¿Qué pueden hacer los maestros?
- Estar alerta
- Fomentar la comunicación, el diálogo, la participación y el trabajo cooperativo
- Hacer cumplir las normas y reglamentos de la escuela
- Incorporar herramientas lúdicas en clase y recreo, que refuercen una convivencia armónica en la comunidad escolar
- Crear un comité contra la violencia escolar y participar en el desarrollo de programas de prevención e intervención de la violencia y el acoso escolar (bullying) en el contexto educativo.
- Recordar y divulgar el derecho de todas las niñas, niños y jóvenes a ser respetados. Nadie puede abusar de ellos física, psicológica ni sexualmente
Los maestros y maestras deben recordar que durante el proceso de bullying, las niñas, niños y jóvenes tienen miedo a decir qué les pasa por temor a sufrir mayor daño por parte de sus agresores(as) o inclusive por pena. Por eso, es importante que cuando no se encuentren razones para justificar un cambio de conducta o aparezcan lesiones en un alumno(a), se establezca contacto con familiares, compañeros y autoridades escolares. De aquí la relevancia del comité de prevención de la violencia escolar.
Para concluir, recalco que debemos estar atentos a cualquier cambio en los niños, niñas y adolescentes, y tener en cuenta que no todos los niños que son intimidados exhiben señales de advertencia. Algunos de los signos que pueden indicar un problema de acoso escolar son:
-Lesiones inexplicables
-Ropa perdida o destruida, libros, electrónica, o joyas
-Frecuentes dolores de cabeza o dolores de estómago, sensación de mareo o fingir una enfermedad
-Los cambios en los hábitos alimenticios, como de repente saltarse comidas o comer de forma compulsiva. Los niños pueden regresar a casa de la escuela con hambre porque no comían el almuerzo.
-Dificultad para dormir, pesadillas o terrores nocturnos frecuentes, enuresis, etc.
-Pérdida de interés en las tareas escolares, o que no quieren ir a la escuela
-Pérdida súbita de amigos o evitar situaciones sociales
-Sentimientos de impotencia o disminución de la autoestima
-Conductas autodestructivas como la fuga del hogar, perjudicándose a sí mismos, o hablar sobre el suicidio
Por lo que además, si conoces a alguien estresado o en peligro por este tipo de situaciones, no ignores el problema. Obtén ayuda de inmediato.
Para finalizar, te recuerdo que puedes seguirme como Dra. Descanso ® a cualquiera de mis redes sociales o ingresando a mi blog http://doctoradescanso.com/
Psic. Alicia D de P
Dra. Descanso ®
Que sueñes con los angelitos ®
FUENTE:
https://www.ceapa.es/sites/default/files/Documentos/Guia%20acoso%20escolar%20CEAPA.pdf
http://www.prevenciondelaviolencia.org/system/files/recursos/19_guia_del_taller_de_prevencion.pdf