Existen numerosas teorías acerca de la mejor manera de dormir a los bebés, pero deben ser los padres los que decidan qué práctica se acerca más a sus necesidades y preferencias. El método Estivill y la crianza con apego son dos teorías diferentes y opuestas que hablan sobre la mejor manera para educar a los niños, especialmente en lo referente al sueño.
El método Estivill, planteado por el psicólogo Eduard Estivill, propone enseñar a los pequeños el hábito de dormir de manera que conciliar el sueño se convierta en algo rutinario y que no suponga para ellos un trauma la hora de irse a la cama. En cambio, la crianza con apego aplicada al sueño del bebe defiende que las necesidades de los niños y sus deseos durante los primeros años son lo mismo y que por tanto se deben fomentar unos vínculos afectivos fuertes basados en la atención constante y en el contacto directo.
Mientras Estivill defiende que los bebés deben dormir en la misma habitación de los padres, en su propia cuna, hasta máximo los 3 meses, y después se les debe trasladar a su propia habitación. La crianza con apego propone compartir cama o, al menos, habitación, hasta que los pequeños se sientan preparados para trasladarse a su propio dormitorio, generalmente a los cinco años.
El primero método propone que es importante establecer unos horarios fijos para la hora de dormir, la crianza con apego propone respetar los tiempos del bebé y ayudarle a conciliar el sueño cuando los padres perciban que está cansado.
Estivill, asimismo, propone que si al acostar al niño se pone inmediatamente a llorar hay que cerciorarse de que no se encuentra mal o está incómodo: tiene fiebre, hambre, se ha mojado el pañal, tiene frío o calor, que le duela algo, etc., y habrá que solucionar lo que le pase antes de volverle a acostar. Si después de acostarlo por segunda vez se pone de nuevo a llorar, habrá que salir de la habitación y esperar el tiempo establecido para volver a entrar; no se le debe coger en brazos, acariciarlo hasta que se duerma, darle el biberón o pasearle, el objetivo es que vea que los padres van a acudir a su llamada pero que aprenda a dormirse solo. Por el contrario, la crianza natural defiende que al bebé no se le debe dejar llorando, el mejor método para que se duerma es en brazos o en la cama de los padres para que se sienta seguro y que los padres al tenerle cerca puedan anticiparse a sus necesidades.
La crianza con apego afirma que practicar el colecho hace que toda la familia duerma mejor porque el bebé llora menos al sentir la presencia constante de los padres, además, la mamá no tendrá que levantarse de la cama cada vez que el niño tenga hambre. La otra teoría apunta que si no se acude al primer llanto y todo está correcto, el bebé aprenderá a autorregularse y cuando se despierte será capaz de volver a conciliar el sueño sin la necesidad de ver a los papás.
Igualmente, la crianza con apego defiende ante sus detractores que este tipo de educación no fomenta la dependencia sino que le ayudará a sentirse más seguro, confiado y tranquilo y tendrá un mejor desarrollo posterior. El método del doctor Estivill apunta que los niños que no saben dormir solos tienen problemas de inseguridad y dependencia de sus cuidadores que pueden provocar problemas de timidez, inseguridad y fracaso escolar a la larga, entre otras.
En cualquier caso, la forma de criar o educar a los pequeños es una elección muy personal que deberán tomar los padres en función de sus gustos, costumbres y de las necesidades de sus hijos. Los manuales y consejos de allegados pueden ayudar pero en ningún momento deberían condicionar la elección del método escogido.
Pero independientemente del método elegido en lo que respecta al sueño, se sabe que para que un niño o una niña pueda desarrollarse adecuadamente necesita cuidados físicos, afectivos, pautas de comportamiento y normas que le HAGAN SENTIRSE QUERIDO, PROTEGIDO Y SEGURO. Para su maduración integral por lo tanto, es fundamental un buen apego, que es el vínculo afectivo que establece con aquella persona que le aporta seguridad, consuelo y protección. Aquella persona cuya proximidad, comunicación o contacto le permite recobrar la seguridad perdida en los momentos de indefensión y a quien recurre cuando se siento amenazado.
¿Cómo identifico mis vínculos y/o figuras de apego?
Piensa en la persona/as a la que acudirías primero si necesitaras un consejo o tuvieras que desahogarte por alguna preocupación o problema (
O la persona/s que preferirías tener cerca si estuvieras en peligro y te sintieras muy amenazado/a (enfermedad, operación, un accidente, etc.
¿Cómo identifico la figura de apego principal de un niño?
Piensa en la persona(s) a la que busca cuándo está malito/a o se siente mal y a en el contacto que prefiere y le reconforta con más rapidez
Pero ¿de qué depende que un niño se sienta seguro o inseguro? De la experiencia de cuidado. Por lo que para fomentar esta seguridad y establecer un buen apego es importante:
- Percibir las señales del bebé, niño o niña y responder a ellas correcta y rápidamente.
- Responder siempre de la misma manera ante la misma conducta del niño, aunque estemos cansados o atendiendo a otra cosa.
- Mantener un contacto físico frecuente, pero no agobiante, con el niño.
- Dejar decidir el bebé, niño o niña decida en lo que pueda, para favorecer su autonomía.
Ahora bien aquí es donde entra la relación entre el sueño y el apego, ya que para el niño, el hecho de dormir puede implicar separación.
Y es que mientras una buena separación implica un acto predecible y rutinario que aporta satisfacción y seguridad tanto a los padres como al niño, una mala separación hará que el niño responda con ansiedad, que los padres se sientan presionados emocionalmente y que ambos tengan miedo ante nuevas separaciones.
¿Cómo puedo fomentar una buena separación? Estableciendo distanciamientos graduales durante el día, y permitiendo así que el niño esté a ratos en otras estancias siempre que esté seguro, entreteniéndose solo.
Ahora bien, cuando a pesar de todo, las cosas no han funcionado y nos enfrentamos a un problema de sueño en nuestros pequeños, lo que debemos hacer es reeducar; y por ello, es importante saber que una de las condiciones que más favorece el buen dormir del niño es la sensación de seguridad que sus padres o cuidadores son capaces de trasmitirle, pero sobre todo la que es capaz de percibir el bebé, niño o niña en la actitud, tono de voz y gestos de la persona que lo cuida. El niño debe saber que, pase lo que pase, va a obtener la misma respuesta adecuada por parte del padre o cuidador, ya que existe la posibilidad de que la reacción del niño ante la reeducación sea violenta (salirse de la cuna o cama, gritar, patalear), puede querer negociar (“quédate un ratito”, “léeme un cuento más”), puede hacerse la víctima (llorar con auténtica tristeza) o hacer peticiones constantes (“quiero agua”, “quiero hacer pipí”) o cualquier otra que nos obligue a entrar a atenderle.
Recuerda que lo más importante es que como padres estén convencidos de que lo que están haciendo es lo mejor para sus hijos.
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Psic. Alicia Domínguez de Pedro.
Dra. Descanso.
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